Salmos 32
1 Dichoso
aquél cuyo pecado es perdonado, y cuya maldad queda absuelta.
2 Dichoso
aquél a quien el Señor ya no acusa de impiedad, y en el que no hay engaño.
3 Mientras
callé, mis huesos envejecieron, pues todo el día me quejaba.
4 De día y
de noche me hiciste padecer; mi lozanía se volvió aridez de verano.
5 Te confesé
mi pecado; no oculté mi maldad.
Me dije:
«Confesaré al Señor mi rebeldía», y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
6 Por eso,
todos tus fieles orarán a ti mientras puedas ser hallado.
Aunque
sufran una gran inundación, las aguas no los alcanzarán.
7 ¡Tú eres
mi refugio!, ¡Tú me libras de la angustia!, ¡Tú me rodeas con cánticos de
libertad!
8 «Yo te voy
a hacer que entiendas. Voy a enseñarte el camino que debes seguir, y no voy a
quitarte los ojos de encima. 9 No seas como los caballos ni como las mulas, que
no quieren obedecer, y que hay que sujetarlos con la brida y el freno, pues de
lo contrario no se acercan a su amo.»
10 Al
malvado le esperan muchas aflicciones, pero la misericordia del Señor acompaña a
todos los que confían en él.
11 Ustedes,
los hombres justos, ¡alégrense y regocíjense en el Señor!
Y ustedes,
los de recto corazón, ¡canten todos llenos de alegría!
EL PERDON DE DIOS
1. La gracia del perdón (v.1-5)
Feliz
el que es perdonado por el Señor. Antes, David sufría por no confesar sus
pecados, pero lo hizo ante el Señor y alcanzó paz.
Preg.Aplic.: ¿Estoy confesando mis pecados al
Señor?, ¿estoy recibiendo la paz del perdón de Dios?
2. La bendición de la obediencia (v.6-11)
La
oración a Dios restaura y da confianza. Dios es refugio y salvación en la
angustia, guía correctamente al humilde y obediente, es misericordioso y da
gozo y alegría.
Preg.aplic.: ¿Está el Señor restaurando y
levantando mi vida?, ¿es el Señor mi refugio?, ¿estoy obedeciendo a Dios?, ¿hay
gozo y equilibrio en mi vida?
Oremos,
Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC
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