viernes, 27 de marzo de 2015

Salmos 107

Salmos 107
1 ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno; porque su misericordia es constante!
2 Que lo afirmen los redimidos por Dios, los que salvó del poderoso enemigo, 3 los que reunió desde lejanas tierras, Del oriente y del occidente, Del norte y del sur.
4 Perdidos en el desierto, no hallaban un camino que los llevara a una ciudad habitable.
5 Andaban hambrientos y sedientos, con el alma a punto de desfallecer.
6 En su angustia, clamaron al Señor, y él los libró de sus aflicciones, 7 los guió por un buen camino, hasta encontrar una ciudad habitable.
8 ¡Alabemos la misericordia del Señor y sus grandes hechos en favor de los mortales!
9 El Señor sacia la sed del sediento, y colma con buena comida al hambriento.
10 Algunos vivían en profunda oscuridad, prisioneros de la aflicción y las cadenas, 11 pues fueron rebeldes a los mandatos de Dios y despreciaron los proyectos del Altísimo.
12 Dios quebrantó su orgullo con trabajos pesados; caían, y no había quien los levantara.
13 Pero en su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de toda su aflicción; 14 los sacó de la profunda oscuridad, y puso fin a su aflicción y sus cadenas.
15 ¡Alabemos la misericordia del Señor, y sus grandes hechos en favor de los mortales!
16 Él destruye las puertas de bronce, y despedaza los cerrojos de hierro.
17 Obstinados en su conducta rebelde, y afligidos por causa de sus maldades, 18 llegaron a aborrecer toda clase de alimento; ¡ya tocaban a las puertas de la muerte!
19 Pero en su angustia clamaron al Señor, Y él los libró de su aflicción.
20 Con el poder de su palabra los sanó, y los libró de caer en el sepulcro.
21 ¡Alabemos la misericordia del Señor, y sus grandes hechos en favor de los mortales!
22 ¡Ofrezcámosle sacrificios de gratitud, y jubilosos proclamemos sus obras!
23 Los marinos, que conocen el mar, con sus naves comercian en muchos lugares.
24 Allí, en lo profundo del mar, han visto las maravillosas obras del Señor.
25 Él habló, y se desató un viento tempestuoso, y gigantescas olas se encresparon.
26 Se levantaban hacia el cielo, o se hundían en el mar; y ellos se desanimaban y temblaban de miedo.
27 Inseguros, daban traspiés, como ebrios; ¡de nada les servía toda su pericia!
28 Pero en su angustia clamaron al Señor, Y él los libró de su aflicción: 29 convirtió la tempestad en bonanza,  y apaciguó las amenazantes olas.
30 Ante esa calma, sonrieron felices porque él los lleva a puerto seguro.
31 ¡Alabemos la misericordia del Señor, y sus grandes hechos en favor de los mortales!
32 ¡Que lo exalte el pueblo congregado! ¡Que lo alabe el consejo de ancianos!
33 El Señor convierte ríos y manantiales, en sequedades y áridos desiertos; 34 por la maldad de sus habitantes deja estéril la tierra generosa; 35 convierte el desierto en lagunas, y la tierra seca en manantiales.
36 Allí se establecen los que sufren de hambre, y fundan ciudades donde puedan vivir.
37 Luego siembran los campos, y plantan sus viñas, y recogen abundantes cosechas.
38 Dios los bendice y les da muchos hijos, y no deja que sus ganados se reduzcan.
39 Pero si disminuyen y son humillados, es por causa de la opresión, la maldad y la congoja.
40 Pero el Señor desprecia a los tiranos, y los hace perderse en desiertos sin camino.
41 El Señor rescata al pobre de su miseria, y multiplica sus hijos como rebaños de ovejas.
42 Al ver esto, los fieles se alegran, y los malvados guardan silencio.
43 Si hay alguien sabio, que cumpla con esto, y que entienda que el Señor es misericordioso.

DIOS RESPONDE EL CLAMOR DE SU PUEBLO
1.       El auxilio del Señor (v.1-20)
Cuando Israel estaba sin norte e incluso habían caído en rebeldía y pecados ante Dios, pero se humillaron y buscaron al Señor, entonces El los guio con su amor y misericordia, y también los libro y les proveyó de alimentos
Preg.Aplic.: ¿Estoy cayendo en pecado y en rebeldía ante Dios?, ¿me estoy humillando y buscando restauración ante Dios?, ¿está el Señor proveyendo, soy agradecido?
2.       La soberanía de Dios (v.21-35)
Los marinos ante las inclemencias del mar, totalmente a merced de la muerte y naturaleza, clamaron a Dios, y El apaciguó la tormenta. El Señor es soberano en su creación.
Preg.Aplic.: ¿Estoy confiando en la soberanía del Señor?, ¿estoy orando y dependiendo de Dios en medio de las dificultades?
3.       La sabiduría de Dios (v.36-43)
Dios bendice y prospera al hombre, pero a veces es humillado por la maldad e injusticias. Al orgulloso el Señor lo desprecia, pero al humilde lo rescata y lo multiplica. La verdadera sabiduría es buscar a Dios.
Preg.Aplic.: ¿Hay en mi corazón orgullo o humildad?, ¿estoy siendo sabio al buscar seriamente al Señor?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC


jueves, 19 de marzo de 2015

Salmos 106

Salmos 106
1 ¡Aleluya! ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno, porque su misericordia permanece para siempre.
2 ¿Quién podrá contar las grandes obras del Señor? ¿Quién podrá cantar sus alabanzas?
3 ¡Dichosos los que imparten justicia y siempre practican el derecho!
4 Señor, acuérdate de mí cuando tu bondad alcance a tu pueblo; ¡ven a brindarme tu salvación!
5 Déjame ver tu bondad hacia tus escogidos; déjame participar de la alegría de tu pueblo, y alabarte en compañía de los que son tuyos.
6 Somos tan pecadores como nuestros padres. Hemos hecho lo malo, hemos cometido maldad.
7 En Egipto, nuestros padres no entendieron tus maravillas; no se acordaron de tu gran misericordia, y a orillas del Mar Rojo se rebelaron contra ti.
8 Pero tú, Señor, por tu gran amor los salvaste y diste a conocer tu gran poder.
9 Reprendiste al Mar Rojo, y éste se secó, y tu pueblo pasó por el mar como por un desierto.
10 Tú los salvaste del poder del enemigo; ¡los rescataste del poder de sus adversarios!
11 El mar cubrió a sus perseguidores, y ninguno de ellos quedó con vida.
12 Entonces tu pueblo creyó en tu palabra, y con alegría te cantaron alabanzas.
13 Pero muy pronto olvidaron tus obras; no esperaron a conocer tus consejos.
14 Allí, en la soledad del desierto, se entregaron al desenfreno y te pusieron a prueba.
15 Tú les diste lo que pidieron, pero les enviaste una enfermedad mortal.
16 En el campamento, sintieron envidia de Moisés y de Aarón, a quien tú consagraste a tu servicio.
17 La tierra se abrió, y se tragó a Datán, y sepultó a la pandilla de Abirán.
18 El fuego se extendió entre ellos, y los impíos fueron consumidos por las llamas.
19 En Horeb se hicieron un becerro de oro, y ante esa horrenda imagen se arrodillaron;
20 ¡cambiaron la gloria de Dios por la imagen de un buey que come hierba!
21 Se olvidaron del Dios que los salvó; se olvidaron de sus grandes proezas en Egipto, 22 de las maravillas que hizo en tierra de Cam y de su paso asombroso por el Mar Rojo.
23 Dios llegó a pensar en destruirlos, pero Moisés, su escogido, se interpuso e impidió que, en su indignación, los destruyera.
24 Ellos despreciaron una tierra muy deseable, y no creyeron en las promesas de Dios.
25 En sus tiendas hablaron mal del Señor, y se negaron a escuchar su voz.
26 Entonces Dios levantó su mano contra ellos y juró que los haría morir en el desierto, 27 que los humillaría ante las naciones y los dispersaría por todos los países.
28 Pero el pueblo se sometió ante Baal Pegor, y participó de los sacrificios a un dios muerto.
29 Esto les acarreó la ira de Dios, y una plaga mortal cayó sobre ellos.
30 Pero Finés se interpuso y castigó al culpable, y entonces la plaga se detuvo.
31 Dios tomó su acción como un acto de justicia, el cual permanece por siempre y para siempre.
32 Junto a las aguas en Meriba irritaron al Señor, y por culpa de ellos le fue mal a Moisés, 33 pues hicieron que su ánimo se exaltara, y que hablara con precipitación.
34 No destruyeron a los pueblos que el Señor les ordenó destruir, 35 sino que se mezclaron con ellos y asimilaron sus malas costumbres; 36 rindieron culto a sus ídolos, y eso los llevó a la ruina; 37 ofrecieron a sus hijos y a sus hijas en sacrificio a esos demonios, 38 y así derramaron sangre inocente; sangre que fue ofrecida a los dioses de Canaán, sangre que dejó manchada la tierra.
39 Esos hechos los hicieron impuros, pues actuaron como un pueblo infiel.
40 El Señor se enfureció contra su pueblo, y sintió repugnancia por los que eran suyos.
41 Los dejó caer en manos de los paganos, y fueron sometidos por quienes los odiaban.
42 Sus enemigos los oprimieron; los sometieron bajo su poder.
43 Muchas veces el Señor los libró, pero ellos optaron por ser rebeldes, y por su maldad fueron humillados.
44 Al verlos Dios angustiados, y al escuchar su clamor, 45 se acordaba de su pacto con ellos, y por su gran misericordia los volvía a perdonar 46 y hacía que todos sus opresores les tuvieran compasión.
47 Señor y Dios nuestro, ¡sálvanos! ¡haz que regresemos de entre las naciones para que alabemos tu santo nombre, y alegres te cantemos alabanzas!
48 ¡Bendito seas Señor, Dios de Israel, desde siempre y hasta siempre!
Que todo el pueblo diga: «¡Amén!» ¡Aleluya!

LA GRACIA DE DIOS
1.       Reconocimiento del Señor (v.1-5)
Dios es bueno y misericordioso, sus obras son admirables. Los que son justos y viven en justicia son felices en Dios. El salmista pide misericordia por él.
Preg.Aplic.: ¿Estoy confiando y dependiendo de la misericordia de Dios?, ¿soy justo y vivo en justicia?
2.       La misericordia de Dios por Israel (v.6-48)
Cuando el Señor liberó a Israel de Egipto, ellos se rebelaron contra El. En el desierto el pueblo cuestiono a Moisés y cayeron en idolatría, se mezclaron con los pecados de los pueblos conquistados. El Señor no los destruyó por amor a su pacto y por su gran misericordia, y por el clamor de Israel. El salmista alaba a Dios por su fidelidad.
Preg.Aplic.: ¿Estoy reconociendo la fidelidad de Dios en mi vida?, ¿estoy guardando la Palabra de Dios y obedeciéndola en toda mi vida?, ¿mi vida adora a Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán

Equipo AATC