lunes, 26 de julio de 2021

Lucas 5


 Lucas 5

1 En cierta ocasión, Jesús estaba junto al lago de Genesaret y el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios.

2 Jesús vio que cerca de la orilla del lago estaban dos barcas, y que los pescadores habían bajado de ellas para lavar sus redes.

3 Jesús entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla; luego se sentó en la barca, y desde allí enseñaba a la multitud.

4 Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: «Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar.»

5 Simón le dijo: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red.»

6 Así lo hicieron, y fue tal la cantidad de peces que atraparon, que la red se rompía.

7 Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Cuando aquellos llegaron, llenaron ambas barcas de tal manera, que poco faltaba para que se hundieran.

8 Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: «Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!»

9 Y es que tanto él como todos sus compañeros estaban pasmados por la pesca que habían hecho.

10 También estaban sorprendidos Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres.»

11 Llevaron entonces las barcas a tierra, y lo dejaron todo para seguir a Jesús.

12 En otra ocasión, mientras Jesús estaba en una de las ciudades, se presentó un hombre lleno de lepra, quien al ver a Jesús se arrodilló y, rostro en tierra, le rogaba: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»

13 Entonces Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Ya has quedado limpio.» Y al instante se le quitó la lepra.

14 Jesús le ordenó: «No se lo cuentes a nadie. Sólo ve y preséntate ante el sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.»

15 Pero su fama seguía extendiéndose, y mucha gente se reunía para escucharlo y para que los sanara de sus enfermedades; 16 pero Jesús se retiraba a lugares apartados para orar.

17 Un día, mientras Jesús enseñaba, estaban sentados los fariseos y doctores de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. El poder del Señor estaba con Jesús para sanar.

18 En ese momento llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico. Querían llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús, 19 pero como a causa de la multitud no hallaron la manera de hacerlo, se subieron a la azotea y, por el tejado, bajaron al paralítico en la camilla, hasta ponerlo en medio de la gente y delante de Jesús.

20 Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: «Buen hombre, tus pecados te son perdonados.»

21 Los escribas y los fariseos comenzaron a murmurar, y decían: «¿Quién es éste, que profiere blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados? ¡Nadie sino Dios!»

22 Jesús, que conocía sus pensamientos, les dijo: «¿Por qué cavilan en su corazón?

23 ¿Qué es más fácil? ¿Que le diga al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o que le diga: “Levántate y anda”?

24 Pues para que ustedes sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, éste le dice al paralítico: “Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa.”»

25 Al instante, aquel hombre se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en la que había estado acostado, y se fue a su casa alabando a Dios.

26 Todos estaban admirados y alababan a Dios, y llenos de temor decían: «¡Hoy hemos visto maravillas!»

27 Después de esto, Jesús salió y vio a un cobrador de impuestos llamado Leví, que estaba sentado donde se cobraban los impuestos. Le dijo: «Sígueme.»

28 Leví se levantó y, dejándolo todo, lo siguió.

29 Más tarde, Leví ofreció un gran banquete en su casa, en honor de Jesús. Sentados a la mesa con ellos estaban muchos cobradores de impuestos y otras personas.

30 Pero los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos de Jesús, y les dijeron: «¿Por qué ustedes comen y beben con cobradores de impuestos y pecadores?»

31 Jesús les respondió: «Los que están sanos no necesitan de un médico, sino los enfermos.

32 Yo no he venido a llamar al arrepentimiento a los justos, sino a los pecadores.»

33 Entonces ellos le dijeron: «¿Por qué los discípulos de Juan y de los fariseos ayunan muchas veces, y hacen oraciones, mientras que los tuyos comen y beben?»

34 Jesús les dijo: «¿Acaso ustedes pueden hacer que ayunen los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos?

35 Llegará el día en que el novio ya no estará con ellos. Entonces sí, ese día, ayunarán.»

36 También les contó una parábola: «Nadie corta un retazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. Si lo hace, no solamente arruinará el vestido nuevo, sino que el remiendo no quedará bien en el vestido viejo.

37 Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hará que se revienten los odres; entonces el vino se derramará, y los odres se echarán a perder.

38 El vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Así, tanto el vino como los odres se conservan.

39 Y nadie que haya bebido el vino añejo, quiere beber el nuevo, porque dice: “El vino añejo es mejor.”»

 

CONTINUA EL MINISTERIO DE JESUS

 

1.       Pesca milagrosa (v.1-11)

En Genesaret, en el lago Jesús se subió a la barca de Simón y desde ahí enseñaba a la multitud. Al terminar, le dice a Simón que lleve la barca al fondo del mar y que pesquen. Simón le responde que no han pescado toda la noche, pero como le pide echará la red. Luego, era tan grande la cantidad de peces que la red se rompía. Llamaron a otra barca y ambas se llenaron. Pedro al ver a Jesús cae de rodilla y le pide que se aparte de él porque es pecador. También estaban sorprendidos Juan y Jacobo compañeros de Pedro. Jesús le dice que no teman que ahora serán pescadores de hombres. Ellos dejaron todo y siguieron a Jesús.

Preg.Aplic.: ¿Creo en los milagros de Dios?, ¿creo que Dios va a hacer una pesca milagrosa en mi vida?, ¿me estoy humillando ante Dios y reconociendo que todo lo que tengo es por Su gracia?, ¿estoy siendo pescador de Cristo?, ¿he dejado todo y sigo a Cristo en mi vida total?

2.       Jesús sana a un leproso (v.12-16)

Un leproso le ruega a Jesús que si quiere puede limpiarlo. El Señor extendió su mano y lo tocó, y dijo: “quiero, sé limpio”, y el hombre fue sano. Asimismo, le pidió al hombre que no lo cuente a nadie y vaya al sacerdote y cumpla con su purificación. La fama de Jesús crecía y venía multitudes para que los sanara, pero El se alejaba para orar.

Preg.Aplic.: ¿Estoy rogando y clamando a Dios que me mis enfermedades hoy?, ¿creo en la sanidad inmediata de Dios?, ¿prefiero la fama y las multitudes, o entiendo que necesito equilibrarme buscando a Dios en oración?, ¿doy la gloria de Dios en todo?

3.       Jesús sana a un paralitico (v. 17-26)

El Señor estaba enseñando y habían venido de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Llegaron unos hombres llevando a un paralítico, pero como había mucha gente subieron a la azotea y bajaron por el techo al paralitico en su camilla delante de Jesús. Al ver la fe de ellos le dijo al paralitico “tus pecados te son perdonados”. Los fariseos comienzan a murmurar de que habla blasfemias y que nadie puede perdonar pecados, solo Dios. Jesús les responde preguntando: ¿qué si es más fácil perdonar los pecados o sanar?.  El Señor ordena al paralítico que le levante de su camilla y vaya a su casa. El hombre tomó su camilla y se fue alabando a Dios. Todos estaban admirados de las maravillas de Dios.

Preg.Aplic.: ¿Qué hago cuando hay muchas dificultades: me desanimo, solo oro, o sino oro y actúo con fe?, ¿creo que el Señor puede sanarme de toda enfermedad?, ¿creo que Cristo me puede perdonar de todo pecado?, ¿juzgo a los demás por sus acciones?, ¿creo en la sanidad inmediata de Dios?, ¿estoy obedeciendo al Señor?, ¿estoy alabando a Dios por milagros en mi vida hoy’, ¿estoy admirado de Sus obras en mi vida?

4.       Llamado de Mateo  (v.27-35)

Jesús llama a Leví para que lo siga y lo dejó todo y le siguió. Luego, Leví le hizo un gran banquete en su honor, pero los fariseos  cuestionaban a Jesús y a sus discípulos porque comían con publicanos y pecadores. El Señor enseña que ha venido por los enfermos y para llamar al arrepentimiento a los pecadores. Asimismo, estos religiosos critican a Jesús ya que los discípulos de Juan el bautista y de los fariseos ayunan y hacen oraciones, pero sus discípulos comen y beben. Jesús afirma en forma alegórica de una boda y que El es el novio, cuando el novio ya no esté ayunarán.

Preg.Aplic.: ¿He respondido al llamado de Cristo dejando todo y siendo El mi prioridad?, ¿juzgo a los demás por sus compañías?, ¿estoy orando y predicando a los pecadores el evangelio de Cristo?, ¿estoy orando y dependiendo del Señor?

5.       El evangelio no comulga con el legalismo religioso (v.36-39)

El evangelio de Cristo (nuevo vestido, vino nuevo) no puede cambiar al legalismo religioso (vestido viejo, odres viejos, vino viejo). El evangelio necesita un nuevo nacimiento, un cambio, arrepentimiento y una nueva vida, es imposible nacer de nuevo con la vida antigua.

Preg. Aplic.: ¿He dejado toda religiosidad y legalismo?, ¿me he arrepentido de todos mis pecados y he nacido a una nueva vida en Cristo?, ¿soy una nueva criatura?

 

Oremos,

 

Pedro A. Torres Guzmán

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Equipo AATC