martes, 31 de julio de 2018

Ezequiel 4


Ezequiel 4
1 »Tú, hijo de hombre, toma un adobe y ponlo delante de ti, y dibuja en él la ciudad de Jerusalén. 2 Ponle sitio, levanta contra ella fortificaciones, baluartes y arietes, y rodéala con un ejército. 3 Toma también una plancha de hierro, y ponla entre la ciudad y tú, a manera de un muro de hierro; la plancha fungirá como cerco. Dirígete luego contra ella, y ponle sitio. Ésta será una señal contra el pueblo de Israel.
4 »Acuéstate luego sobre tu costado izquierdo, y pon sobre ese costado la maldad del pueblo de Israel. Llevarás sobre ti su maldad el mismo número de días que duermas sobre tu costado. 5 Y los años de su maldad son el mismo número de esos días, es decir, trescientos noventa días. De este modo llevarás sobre ti la maldad del pueblo de Israel. 6 Cuando se cumplan estos días, te acostarás de nuevo, pero esta vez sobre tu costado derecho, y durante cuarenta días llevarás sobre ti la maldad del pueblo de Judá. Estoy contando un día por año. 7 Luego te dirigirás hacia la Jerusalén sitiada, y con el brazo descubierto profetizarás contra ella. 8 Yo te sujetaré, de manera que no puedas girar de un lado a otro, hasta que hayas cumplido con los días del sitio contra la ciudad.
9 »Pero tú, toma trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, para alimentarte con todo esto el número de días que te acuestes sobre tu costado. Esto es lo que comerás durante trescientos noventa días, 10 en raciones de doscientos gramos al día y a determinadas horas. 11 También beberás el agua en raciones de medio litro por día, a determinadas horas. 12 Harás panes de cebada, y los cocerás bajo las cenizas con fuego de excremento humano, y los comerás a la vista de todos.»
13 También dijo el Señor:
«Un pan así de inmundo comerán los hijos de Israel, en las naciones por las que voy a arrojarlos.»
14 Entonces dije:
«¡Ay, Señor y Dios! Yo no soy ningún ser inmundo, ni jamás, desde que era joven y hasta este día, he comido carne de ningún animal muerto o despedazado, ni tampoco me he llevado a la boca carne inmunda.»
15 El Señor me respondió:
«Mira, voy a permitirte que uses estiércol de bueyes para cocer tu pan, en lugar de excremento humano.»
16 Y también me dijo:
«Mira, hijo de hombre: Voy a hacer que falte pan en Jerusalén. El pan se comerá por peso y con angustia, y el agua se beberá por medida y con espanto, 17 para que, al faltarles el pan y el agua, unos a otros se miren con espanto y se consuman en su maldad.

LAS ORDENES A EZEQUIEL
1.       La carga de Ezequiel por Israel (v.1-8)
El Señor prepara a Ezequiel para profetizar contra Israel. Antes de dar el mensaje, le pide que durante 390 días lleve acostado en el lado izquierdo las maldades de Israel. Luego, durante 40 días lleve la maldad acostado por el lado derecho. Luego, profetizará.
Preg.Aplic.: ¿Qué es lo que mueve en el ministerio: el trabajo, los programas o las personas?, ¿tengo una carga real por las personas, oro por los perdidos por un verdadero arrepentimiento?, ¿soy legalista y religioso, y no amo a las personas y sólo las juzgo?
2.       La comida de Ezequiel (v.9-17)
El Señor le da un menú que comerá durante 390 días. Hará pan con excremento humano como señal de lo que va a padecer Israel exiliado. Ezequiel muestra firmeza y Dios, permite que use estiércol animal para cocinar. Israel va a padecer hambre y se rebelarán más.
Preg.Aplic.: ¿Estoy dispuesto a mantener mi integridad en medio de las dificultades?, ¿intercedo a Dios para que obre en medio de la maldad?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC


lunes, 30 de julio de 2018

Ezequiel 3


Ezequiel 3
1 Y me dijo:
«Hijo de hombre, come lo que has hallado. Cómete este pergamino, y ve luego y habla con el pueblo de Israel.»
2 Yo abrí la boca, y me hizo comer el pergamino, 3 y me dijo:
«Hijo de hombre, aliméntate, llena tus entrañas con este pergamino que te doy.»
Yo lo comí, y su sabor en mi boca fue dulce como la miel. 4 Entonces me dijo:
«Hijo de hombre, ve a hablar con el pueblo de Israel, y repíteles mis palabras. 5 No estás siendo enviado a un pueblo de lenguaje profundo y difícil de entender, sino al pueblo de Israel. 6 No vas a muchos pueblos de lenguaje profundo y difícil de entender, cuyas palabras no entiendes. Y si te enviara yo a un pueblo así, ellos te prestarían atención; 7 pero el pueblo de Israel no va a querer escucharte, porque no quiere escucharme a mí, pues todo el pueblo de Israel es de cabeza dura y de corazón obstinado. 8 Sin embargo, yo he endurecido tu rostro como el rostro de ellos, y he hecho tu frente tan fuerte como la de ellos. 9 Tu frente es ahora dura como el diamante y más fuerte que el pedernal, así que no les tengas miedo, aunque sean un pueblo rebelde.»
10 También me dijo:
«Hijo de hombre, escucha con atención y retén en tu mente todo lo que voy a decirte. 11 Ve y habla con los cautivos, con tu propia gente. Habla con ellos, y ya sea que te hagan caso, o no, tú diles: “Así ha dicho el Señor.”»
12 Entonces el espíritu me levantó, y detrás de mí escuché una voz estruendosa que decía: «Bendita sea la gloria del Señor, que sale de su santuario.»
13 También oí el aleteo de los seres vivientes al juntar su alas la una con la otra, y el sonido de las ruedas que les acompañaban, y un sonoro estruendo. 14 En ese momento el espíritu me levantó y ya no me soltó. Mi espíritu se llenó de amargura e indignación, pero la mano del Señor prevaleció sobre mí. 15 Fui entonces a reunirme con los cautivos que estaban en Tel Aviv, junto al río Quebar, y me quedé a vivir entre ellos, aunque durante siete días no supe qué hacer.
16 Pasados los siete días, la palabra del Señor vino a mí y me dijo:
17 «Hijo de hombre, yo he puesto al pueblo de Israel bajo tu cuidado. Así que tú oirás lo que yo te diga, y tú los amonestarás de mi parte. 18 Si yo le digo al impío: “Estás sentenciado a morir”, y tú no lo amonestas para que sepa que va por mal camino, ni le hablas para que pueda seguir con vida, el impío morirá por causa de su maldad, pero yo te pediré a ti cuentas de su sangre. 19 Pero si tú amonestas al impío, y él no se aparta de su impiedad y mal camino, morirá por causa de su maldad, pero tú te habrás librado de morir. 20 Ahora bien, si el justo se aparta de su justicia y hace lo malo, y yo pongo delante de él un tropiezo, él morirá porque tú no lo amonestaste y por causa de su pecado, y yo no tomaré en cuenta todos sus actos de justicia, pero a ti te pediré cuentas de su sangre. 21 Pero si amonestas al justo para que no peque, y éste no peca, ciertamente vivirá por haber sido amonestado, y tú te habrás librado de morir.»
22 Allí mismo la mano del Señor vino sobre mí, y me dijo:
«Levántate y ve al campo, que allí voy a hablar contigo.»
23 Yo me levanté y me dirigí al campo, y vi que allí estaba la gloria del Señor, tal y como la había visto junto al río Quebar. Entonces me incliné sobre mi rostro, 24 y el espíritu entró en mí y me hizo ponerme sobre mis pies; luego me habló y me dijo:
«Entra en tu casa, y quédate allí, encerrado. 25 Toma en cuenta, hijo de hombre, que te atarán con cuerdas, y que con ellas te sujetarán para que no puedas andar entre ellos. 26 Yo haré que la lengua se te pegue al paladar, y te quedarás mudo, de modo que no podrás reprenderlos, aun cuando son un pueblo rebelde. 27 Pero cuando yo te hable, te abriré la boca, y tú les dirás: “Así ha dicho el Señor”. Y el que quiera oír, que oiga; y el que no quiera oír, que no oiga; porque son un pueblo rebelde.

EL ENCARGO A EZEQUIEL
1.       El encargo a Exequiel (v.1-15)
El Señor manda a Ezequiel que coma el rollo con Su mensaje. Lo envía a hablar a Israel, que es un pueblo de cabeza dura y corazón obstinado, que no quiere escuchar a Dios. El Señor fortalece a Ezequiel y le pide fidelidad a Su Palabra. Se va donde los cautivos de Israel.
Preg.Aplic.: ¿Estoy siendo fiel al llamado de Dios?, ¿soy una persona humilde que escucha y obedece a Dios o soy rebelde y de cabeza dura?
2.       La responsabilidad de Ezequiel (v.16-21)
Dios le ha dado el encargo de cuidar a Israel. Si Dios da un mensaje de advertencia, Ezequiel debe amonestar a Israel, sino le demandará su sangre. Debe amonestar al impío para que se salve o al justo para que no se desvíe. Sino Dios le demandará por cada vida.
Preg.Aplic.: ¿Estoy siendo un mensajero fiel de Dios?, ¿estoy predicando a los perdidos para que se salven?, ¿estoy animando a los creyentes para que no se desvíen?, ¿estoy siendo responsable de mi llamado y del costo de obediencia?
3.       Exequiel será apresado y se quedará mudo (v.22-27)
El Señor se manifiesta nuevamente a Ezequiel. Le señala que va a ser apresado y quedará mudo. Pero hablará cuando Dios hable al rebelde Israel.
Preg.Aplic.: ¿Estoy preparado para pagar el costo de mi llamado?, ¿estoy escuchando a Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC


jueves, 26 de julio de 2018

Ezequiel 2


Ezequiel 2
1 La voz me dijo:
«Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, que voy a hablar contigo.»
2 Tan pronto como me habló, el espíritu entró en mí y me hizo ponerme sobre mis pies, y oí que el que me hablaba 3 me decía:
«Hijo de hombre, voy a enviarte a los hijos de Israel, un pueblo rebelde. Hasta el día de hoy, tanto ellos como sus padres se han rebelado contra mí. 4 Así que yo te envío a gente de rostro adusto y de corazón empedernido. Y les dirás: “Así ha dicho Dios el Señor.”
5 Tal vez te harán caso. Pero si no lo hacen así, porque son gente rebelde, siempre sabrán que entre ellos hubo un profeta.
6 Pero tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras. Aunque estés entre zarzas y espinos, y habites entre escorpiones, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, porque son gente rebelde. 7 Ya sea que te escuchen o no, porque son muy rebeldes, tú repíteles mis palabras.
8 Y tú, hijo de hombre, escucha bien lo que te digo, y no seas rebelde como esa gente. Abre la boca, y come lo que voy a darte a comer.»
9 Yo miré, y vi que una mano se extendía hacia mí, y que en ella había un pergamino. 10 La mano lo extendió delante de mí, y vi que el pergamino tenía endechas, lamentaciones y ayes escritos por los dos lados.

EL LLAMAMIENTO DE EZEQUIEL
El Señor llama y habla a Ezequiel (v.1-2):
·         Va a enviarle a Israel, un pueblo rebelde, con rostro adusto y corazón empedernido (v.3-4a)
·         Debe hablar en nombre del Señor y repetirles sus mensajes (v. 4b; 7)
·         Debe ser un fiel profeta, con buen testimonio ante gente rebelde (v.5)
·         No debe tener miedo de sus amenazas ni su rebeldía ya que es Dios quien lo respalda (v.6)
·         Lo llama a escuchar y obedecer, y a comer el mensaje (pergamino) (v.8-9)
Preg.Aplic.: ¿Estoy obedeciendo el llamado de Dios?, ¿estoy siendo fiel a Dios y a Su Palabra?, ¿soy un mensajero integro?, ¿tengo carga real por las personas o por las actividades o religiosidad?, ¿Qué estoy haciendo para ayudar a las personas a acercarse a Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC



martes, 24 de julio de 2018

Ezequiel 1


Ezequiel 1
1 El día cinco del mes cuarto del año treinta, yo, Ezequiel, me encontraba junto al río Quebar, entre los cautivos. De pronto, los cielos se abrieron y tuve visiones de parte de Dios. 2 Habían pasado ya cinco años y cinco meses desde que el rey Joaquín había sido llevado cautivo. 3 Yo, Ezequiel hijo de Buzi, era sacerdote, y ese día estaba en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar, y la palabra del Señor vino a mí, y sobre mí se posó su mano.
4 Me fijé, y vi que del norte venía un viento tempestuoso, junto con una nube impresionante envuelta en fuego y rodeada de un gran resplandor. En medio del fuego había algo semejante a bronce refulgente, 5 y en medio de la nube se veía la figura de cuatro seres vivientes, todos ellos con apariencia humana. 6 Cada uno de ellos tenía cuatro rostros y cuatro alas. 7 Sus pies eran rectos, pero las plantas de sus pies se parecían a las pezuñas de los becerros y centelleaban como el bronce bruñido. 8 Tenían rostros y alas por los cuatro costados, y por debajo de sus alas tenían manos humanas. 9 Con las alas se tocaban entre sí, aunque al avanzar no se miraban el uno al otro sino que cada uno caminaba hacia adelante. 10 Visto de frente, su rostro era de aspecto humano, pero del lado derecho los cuatro tenían cara de león; del lado izquierdo tenían cara de toro, y por la nuca tenían cara de águila. 11 Así eran sus rostros. Por encima de ellos tenían extendidas dos de sus alas, con las cuales se tocaban, y con las otras dos se cubrían el cuerpo. 12 Todos ellos caminaban de frente, siguiendo la dirección del espíritu, y ninguno de ellos volvía la vista atrás. 13 El aspecto de estos seres vivientes era como el de brasas ardientes, o teas encendidas, que se movían entre ellos. El fuego era refulgente, y despedía relámpagos, 14 y con la rapidez del relámpago los seres vivientes corrían de un lado a otro.
15 Mientras observaba yo a estos seres vivientes, vi que junto a ellos, y en cada uno de los cuatro costados, había una rueda en el suelo. 16 El aspecto y la hechura de cada rueda era semejante al color del crisólito. Todas ellas tenían la misma forma, y parecían estar la una dentro de la otra. 17 Al avanzar, podían hacerlo en cualquier dirección, sin tener que dar marcha atrás. 18 Sus aros eran bastante altos, y las cuatro ruedas lanzaban destellos en su derredor. 19 Si los seres vivientes avanzaban, las ruedas avanzaban con ellos; si los seres vivientes se elevaban, también se elevaban las ruedas. 20 Siempre se movían o elevaban siguiendo la dirección del espíritu. Si el espíritu se movía, las ruedas también se movían, porque en ellas estaba el espíritu de los seres vivientes. 21 Si ellos avanzaban, también ellas avanzaban; si se detenían, también ellas se detenían; si se elevaban del suelo, también ellas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en ellas.
22 Por encima de los seres vivientes podía verse una bóveda, semejante al cristal más hermoso, la cual se extendía por encima de ellos. 23 Debajo de la bóveda sus alas se extendían hasta tocarse la una con la otra, y con dos de sus alas cada uno de ellos se cubría el cuerpo. 24 Cuando caminaban, oía yo que sus alas sonaban como un conjunto de muchas aguas, como la voz del Omnipotente, como el estruendo de una muchedumbre, o como la alharaca de un ejército. Cuando se detenían, bajaban las alas, 25 de modo que al detenerse y bajar las alas podía oírse una voz por encima de la bóveda que estaba sobre ellos.
26 Sobre la bóveda podía verse el contorno de un trono, el cual parecía ser de zafiro, y sobre el contorno del trono podía verse sentado a alguien parecido a un hombre. 27 Vi también algo parecido al bronce refulgente, y en su interior y a su alrededor había algo parecido a un fuego; tanto de lo que parecían ser sus lomos para arriba, como de sus lomos para abajo, vi algo parecido al fuego, y esto estaba rodeado de un resplandor. 28 Ese resplandor que lo rodeaba se parecía al arco iris, cuando aparece en las nubes después de un día lluvioso.
Ésta fue la visión que tuve de lo que parecía ser la gloria del Señor. Al verla, me incliné sobre mi rostro, y oí la voz de alguien que hablaba.

LA VISION DE LA GLORIA DE DIOS
El sacerdote Ezequiel tuvo la visión de la gloria de Dios a los 30 años (v.1-3).
1.       Los 4 seres vivientes (v.4-14)
El viento tempestuoso y fuego refieren a la gloria de Dios. En la adoración a Dios, aparecen 4 seres con apariencia humana con 4 rostros y 4 alas. Caminaban hacia adelante, señalan firmeza y guía del Espíritu. Sus 4 rostros tienen referencia al Señor: Humano-Cristo encarnado; león- Dios el león de Judá; buey-Siervo; águila-Divinidad. El fuego que desplegaban era muestra de la santidad de Dios.
Preg.Aplic.: ¿Reconozco la grandeza de Dios?, ¿tengo una vida firme guiada por el Espíritu Santo?
2.       Las ruedas, la bóveda y el trono (v.15-25)
Las ruedas son una referencia al carro que lleva a Dios. Destaca la bóveda hermosa que se extiende ante los querubines. Ellos se mueven y adoran a Dios. Sobre el firmamento, estaba el trono de Dios con fuego y belleza de esplendor. Ezequiel cae en adoración.
Preg.Aplic.: ¿Esta mi vida y conducta adorando a Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC



lunes, 23 de julio de 2018

Lamentaciones 5


Lamentaciones 5
1 Señor, recuerda lo que nos ha sucedido; ¡míranos, y toma en cuenta nuestro oprobio!
2 Nuestra heredad ha pasado a manos ajenas; nuestras casas son ahora de gente extraña.
3 Nos hemos quedado huérfanos, sin padre; nuestras madres se han quedado como viudas.
4 Pagamos por el agua que bebemos, y hasta la leña tenemos que comprarla.
5 Estamos sujetos a la persecución; nos fatigamos, no tenemos reposo.
6 Suplicantes extendimos la mano a los egipcios, y a los asirios les rogamos saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, y murieron, ¡pero a nosotros nos tocó llevar el castigo!
8 Ahora los esclavos son nuestros señores, y no hay quien nos libre de sus manos.
9 Desafiando a los guerreros del desierto, arriesgamos la vida para obtener nuestro pan.
10 El hambre nos hace arder en fiebre; ¡tenemos la piel requemada como un horno!
11 En Sión violaron a nuestras mujeres; ¡en las ciudades de Judá violaron a nuestras doncellas!
12 A los príncipes los colgaron de las manos; ¡no mostraron ningún respeto por los viejos!
13 A nuestros mejores hombres los obligaron a moler; ¡a nuestros niños los agobiaron bajo el peso de la leña!
14 Ya no se ven ancianos sentados a la puerta; los jóvenes dejaron de cantar.
15 Para nuestro corazón terminó la alegría; nuestras danzas se volvieron cantos de dolor.
16 Se nos cayó de la cabeza la corona; ¡Pobres de nosotros! ¡Somos pecadores!
17 Por eso tenemos triste el corazón; por eso los ojos se nos han nublado.
18 Tan asolado está el monte de Sión que por él merodean las zorras.
19 Pero tú, Señor, eres el rey eterno; ¡tu trono permanecerá por toda la eternidad!
20 ¿Por qué te has olvidado de nosotros? ¿Por qué nos has abandonado tanto tiempo?
21 ¡Restáuranos, Señor, y nos volveremos a ti! ¡Haz de nuestra vida un nuevo comienzo!
22 Lo cierto es que nos has desechado; ¡muy grande ha sido tu enojo contra nosotros!

UNA ORACION DE CLAMOR
El profeta eleva una oración de clamor a Dios.
1.       La realidad de Israel (v.1-14)
La realidad: han perdidos sus casas, sus padres han muerto, viven hambruna, persecución y humillación, padecen las consecuencias del pecado de sus padres. Sus mujeres fueron violadas, mataron a sus líderes, no hay ancianos y los jóvenes ya no cantan.
Preg.Aplic.: ¿Qué estoy sembrando para el futuro de mis hijos?, ¿hay en mi vida de piedad real o religiosidad?, ¿estoy sufriendo las consecuencias de mi desobediencia a Dios?
2.       El clamor del profeta (v.15-22)
El profeta expresa su dolor y tristeza. Reconoce que son pecadores. Clama a Dios y reconoce su poder y eternidad, pide ayuda y restauración, un nuevo comienzo. A pesar del enojo de Dios, desean volver a El.
Preg.Aplic.: ¿hay en mi corazón humildad para volver a Dios?, ¿estoy verdaderamente arrepentido de mis pecados?, ¿oro por una real restauración?, ¿tengo esperanza de un nuevo comienzo en Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC


viernes, 20 de julio de 2018

Lamentaciones 5


Lamentaciones 5
1 Señor, recuerda lo que nos ha sucedido; ¡míranos, y toma en cuenta nuestro oprobio!
2 Nuestra heredad ha pasado a manos ajenas; nuestras casas son ahora de gente extraña.
3 Nos hemos quedado huérfanos, sin padre; nuestras madres se han quedado como viudas.
4 Pagamos por el agua que bebemos, y hasta la leña tenemos que comprarla.
5 Estamos sujetos a la persecución; nos fatigamos, no tenemos reposo.
6 Suplicantes extendimos la mano a los egipcios, y a los asirios les rogamos saciarnos de pan.
7 Nuestros padres pecaron, y murieron, ¡pero a nosotros nos tocó llevar el castigo!
8 Ahora los esclavos son nuestros señores, y no hay quien nos libre de sus manos.
9 Desafiando a los guerreros del desierto, arriesgamos la vida para obtener nuestro pan.
10 El hambre nos hace arder en fiebre; ¡tenemos la piel requemada como un horno!
11 En Sión violaron a nuestras mujeres; ¡en las ciudades de Judá violaron a nuestras doncellas!
12 A los príncipes los colgaron de las manos; ¡no mostraron ningún respeto por los viejos!
13 A nuestros mejores hombres los obligaron a moler; ¡a nuestros niños los agobiaron bajo el peso de la leña!
14 Ya no se ven ancianos sentados a la puerta; los jóvenes dejaron de cantar.
15 Para nuestro corazón terminó la alegría; nuestras danzas se volvieron cantos de dolor.
16 Se nos cayó de la cabeza la corona; ¡Pobres de nosotros! ¡Somos pecadores!
17 Por eso tenemos triste el corazón; por eso los ojos se nos han nublado.
18 Tan asolado está el monte de Sión que por él merodean las zorras.
19 Pero tú, Señor, eres el rey eterno; ¡tu trono permanecerá por toda la eternidad!
20 ¿Por qué te has olvidado de nosotros?
¿Por qué nos has abandonado tanto tiempo?
21 ¡Restáuranos, Señor, y nos volveremos a ti!
¡Haz de nuestra vida un nuevo comienzo!
22 Lo cierto es que nos has desechado; ¡muy grande ha sido tu enojo contra nosotros!

LA ORACION DEL PROFETA SOBRE ISRAEL
1.       La realidad que pasan los israelitas (v.1-18)
En oración, el profeta expresa el sufrimiento de Israel: han perdido casas y familiares, pagan por agua y calor, viven huyendo y con hambre, padecen por comida, sus mujeres han sido violadas, los hombres y ancianos son humillados, están tristes y desolados
Preg.Aplic.: ¿Estoy orando y dejando a Dios todo sufrimiento?, ¿estoy sufriendo más de la cuenta?, ¿estoy volviendo a Dios en verdadero arrepentimiento?
2.       El clamor a Dios (v.15-22)
El profeta reconoce la soberanía de Dios, pero reclama su olvido y rechazo, aunque clama por restauración y esperan volver a El.
Preg.Aplic.: ¿Estoy reconociendo la soberanía de Dios?, ¿clamor por una verdadera restauración?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC


viernes, 13 de julio de 2018

Lamentaciones 4


Lamentaciones 4
1 ¡Cómo se ha empañado el oro!
¡El oro fino ha perdido su brillo!
¡Las piedras del santuario se hallan esparcidas por todas las calles y encrucijadas!
2 Los hijos de Sión, más preciados y estimados que el oro puro, ¡ahora son vistos como vasijas de barro, como hechura de un alfarero!
3 Aun los chacales cuidan de sus cachorros, pero mi amada ciudad es cruel como avestruz del desierto.
4 Tanta sed tienen los niños de pecho que la lengua se les pega al paladar; los pequeñitos piden de comer, ¡y no hay quien los alimente!
5 Tendidos por las calles yacen los que comían delicados platillos; los que antes se vestían de púrpura, hoy se aferran a los basureros.
6 La maldad de Jerusalén fue mayor que el pecado de Sodoma; ¡en un instante quedó en ruinas, sin la intervención humana!
7 Sus nobles eran más claros que la nieve y más blancos que la leche; de piel más rosada que el coral, de talle más delicado que el zafiro.
8 ¡Pero han quedado irreconocibles!
¡Se ven más oscuros que las sombras!
¡Tienen la piel pegada a los huesos!
¡Están secos como un leño!
9 Más dichosos fueron los que cayeron en batalla que los que fueron muriendo de hambre, porque éstos fueron muriendo lentamente por no tener para comer los frutos de la tierra.
10 Con sus propias manos, mujeres piadosas cocinaron a sus hijos.
El día que mi ciudad amada fue destruida, sus propios hijos les sirvieron de alimento.
11 El Señor derramó el ardor de su ira y satisfizo su enojo; ¡encendió en Sión un fuego que redujo a cenizas sus cimientos!
12 Jamás creyeron los reyes de la tierra, ni los habitantes del mundo, que nuestros enemigos lograrían pasar por las puertas de Jerusalén.
13 ¡Pero fue por los pecados de sus profetas!
¡Fue por las maldades de sus sacerdotes, que en sus calles derramaron sangre inocente!
14 Tropezaban por las calles, como ciegos.
¡Tan manchadas de sangre tenían las manos que no se atrevían a tocar sus vestiduras!
15 «¡Apártense, gente impura!», les gritaban; «¡Apártense, no toquen nada!»
Y se apartaron y huyeron.
Y entre las naciones se dijo:
«Éstos jamás volverán a vivir aquí.»
16 El Señor, en su enojo, los dispersó y no volvió a tomarlos en cuenta, pues no respetaron a los sacerdotes ni se compadecieron de los ancianos.
17 Nuestros ojos desfallecen, pues en vano esperamos ayuda; en vano esperamos el apoyo de una nación incapaz de salvarnos.
18 Vigilan todos nuestros pasos; no podemos salir a la calle; el fin de nuestros días se acerca; ¡nuestra vida ha llegado a su fin!
19 Los que nos persiguen son más ligeros que las águilas del cielo.
Nos persiguen por los montes, y en el desierto nos han tendido trampas.
20 Atrapado entre sus redes quedó el ungido del Señor, el que daba aliento a nuestra vida; aquél del cual decíamos:
«Bajo su sombra protectora viviremos entre las naciones.»
21 ¡Alégrate ahora, Edom, tú que habitas en la región de Uz!
¡Ya te llegará la hora de beber la copa de la ira, hasta que la vomites!
22 Tu castigo, Sión, ya se ha cumplido, y nunca más volverán a llevarte cautiva.
Pero a ti, Edom, el Señor castigará tu iniquidad y pondrá al descubierto tus pecados.

EL LIMITE DEL JUICIO DE DIOS CONTRA ISRAEL
1.       Las consecuencias del juicio de Dios (v.1-14)
Israel perdió brillo, sufrió hambruna y pobreza, causada por sus pecados contra Dios. Pecados de sacerdotes que han derramado sangre inocente. Sus nobles están humillados. Por el hambre han cocinado hasta sus hijos.
Preg.Aplic.: ¿Estoy padeciendo y sufriendo por consecuencia de mis pecados?, ¿cómo está mi conducta ante Dios?, ¿hay en mi corazón humildad para volver a Dios?
2.       Dios ha puesto limite a su juicio (v.15-22)
Israel sufre de soledad y están esparcidos. Han perdido esperanza y son presos de sus enemigos. Ha caído hasta el rey de Israel. Dios ha puesto límite al juicio contra Israel, también juzgará a las naciones opresoras.
Preg.Aplic.: ¿Estoy perdiendo esperanza o creo en el pronto obrar de Dios?, ¿confío en la soberanía de Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC


miércoles, 11 de julio de 2018

Lamentaciones 3


Lamentaciones 3
1 Yo soy aquel que ha visto la aflicción bajo el látigo de su enojo.
2 Me ha llevado por un sendero no de luz sino de tinieblas.
3 A todas horas vuelve y revuelve su mano contra mí.
4 Ha hecho envejecer mi carne y mi piel; me ha despedazado los huesos.
5 Ha levantado en torno mío un muro de amargura y de trabajo.
6 Me ha dejado en las tinieblas, como a los que murieron hace tiempo.
7 Por todos lados me asedia y no puedo escapar; ¡muy pesadas son mis cadenas!
8 Grito pidiéndole ayuda, pero él no atiende mi oración.
9 Ha cercado con piedras mis caminos; me ha cerrado el paso.
10 Como un oso en acecho, como león agazapado, 11 me desgarró por completo
y me obligó a cambiar de rumbo.
12 Tensó su arco y me puso como blanco de sus flechas.
13 Me clavó en las entrañas las saetas de su aljaba.
14 Todo el tiempo soy para mi pueblo motivo de burla.
15 ¡Me ha llenado de amargura!
¡Me ha embriagado de ajenjo!
16 Me ha roto los dientes, me ha cubierto de ceniza; 17 Ya no sé lo que es tener paz ni lo que es disfrutar del bien, 18 y concluyo: «Fuerzas ya no tengo, ni esperanza en el Señor.»
19 Tan amargo como la hiel es pensar en mi aflicción y mi tristeza, 20 y lo traigo a la memoria porque mi alma está del todo abatida; 21 pero en mi corazón recapacito, y eso me devuelve la esperanza.
22 Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos; ¡nunca su misericordia se ha agotado!
23 ¡Grande es su fidelidad, y cada mañana se renueva!
24 Por eso digo con toda el alma:
«¡El Señor es mi herencia, y en él confío!»
25 Es bueno el Señor con quienes le buscan, con quienes en él esperan.
26 Es bueno esperar en silencio que el Señor venga a salvarnos.
27 Es bueno que llevemos el yugo desde nuestra juventud.
28 Dios nos lo ha impuesto. Así que callemos y confiemos.
29 Hundamos la cara en el polvo. Tal vez aún haya esperanza.
30 Demos la otra mejilla a quien nos hiera.
¡Cubrámonos de afrentas!
31 El Señor no nos abandonará para siempre; 32 nos aflige, pero en su gran bondad
también nos compadece.
33 No es la voluntad del Señor afligirnos ni entristecernos.
34 Hay quienes oprimen a todos los encarcelados de la tierra, 35 y tuercen los derechos humanos en presencia del Altísimo, 36 y aun trastornan las causas que defienden.
Pero el Señor no lo aprueba.
37 ¿Quién puede decir que algo sucede sin que el Señor lo ordene?
38 ¿Acaso lo malo y lo bueno no proviene de la boca del Altísimo?
39 ¿Cómo podemos quejarnos, si sufrimos por nuestros pecados?
40 Examinemos nuestra conducta; busquemos al Señor y volvámonos a él.
41 Elevemos al Dios de los cielos nuestras manos y nuestros corazones.
42 Hemos sido rebeldes y desleales, y tú no nos perdonaste.
43 Lleno de ira, no nos perdonaste; ¡nos perseguiste y nos mataste!
44 Te envolviste en una nube para no escuchar nuestros ruegos.
45 Entre los paganos hiciste de nosotros motivo de vergüenza y de rechazo.
46 Todos nuestros enemigos nos tuercen la boca; 47 son para nosotros una trampa,
¡son motivo de temor, destrucción y quebranto!
48 ¡Los ojos se me llenan de llanto al ver el desastre de mi ciudad amada!
49 Mis ojos no dejan de llorar, pues ya no hay remedio, 50 a menos que desde los cielos
el Señor se digne mirarnos.
51 Me llena de tristeza ver el sufrimiento de las mujeres de mi ciudad.
52 Mis enemigos me acosaron sin motivo, como si persiguieran a un ave; 53 me ataron y me arrojaron en un pozo, y sobre mí pusieron una piedra; 54 las aguas me llegaron hasta el cuello, y llegué a darme por muerto.
55 Desde el fondo de la cárcel invoqué, Señor, tu nombre, 56 y tú oíste mi voz; no cerraste tus oídos al clamor de mis suspiros; 57 el día que te invoqué, viniste a mí y me dijiste: «No tengas miedo.»
58 Tú, Señor, me defendiste; me salvaste la vida.
59 Tú, Señor, viste mi agravio y viniste en mi defensa; 60 te diste cuenta de que ellos sólo pensaban en vengarse de mí.
61 Tú, Señor, sabes cómo me ofenden, cómo hacen planes contra mí; 62 sabes que mis enemigos a todas horas piensan hacerme daño; 63 ¡en todo lo que hacen soy el tema de sus burlas!
64 ¡Dales, Señor, el pago que merecen sus acciones!
65 ¡Déjalos en manos de su obstinación!
¡Que tu maldición caiga sobre ellos!
66 En tu furor, Señor, ¡persíguelos!
¡Haz que desaparezcan de este mundo!

LA HUMILLACION DEL PROFETA FRENTE AL JUICIO DE DIOS
1.       El sufrimiento por el juicio de Dios (v.1-21)
El profeta, está con aflicción, depresión, amargura, prisión y clama a Dios, y es objeto de burla en Israel. Luego de ver lo malo, ora a Dios y recapacita, y tiene esperanza.
Preg.Aplic.: ¿Estoy pasando pruebas y sólo veo lo malo con negativismo?, ¿estoy orando y buscando a Dios?, ¿estoy recapacitando con fe y esperanza en el Señor?
2.       El reconocimiento del poder de Dios (v.22-39)
El profeta reconoce la misericordia y fidelidad de Dios. El Señor es bueno con los que le buscan y esperan en El. Hay que humillarse y depender de El.  Dios es soberano y tiene control de todo.
Preg.Aplic.: ¿Reconozco la misericordia y fidelidad de Dios?, ¿tengo fe en Dios y creo en su obrar soberano?
3.       Un llamado al arrepentimiento y a confiar en Dios (v.40-66)
El profeta llama a evaluar nuestras vidas y volver al Señor con un verdadero arrepentimiento. Hay tristeza por la destrucción de Israel. En medio de la cárcel, clama a Dios y cree que el obrar del Señor. Declara su confianza y esperanza en Dios. Tiene gozo.
Preg.Aplic.: ¿Hay en mi corazón un verdadero arrepentimiento?, ¿tengo gozo y confianza en el obrar de Dios?, ¿puedo testificar de la fidelidad de Dios?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC

martes, 10 de julio de 2018

Lamentaciones 2


Lamentaciones 2
1 El Señor, en su furor, hundió a Sión en profunda oscuridad.
Derribó del cielo la hermosura de Israel; la hizo caer por tierra; en el día de su furor no se acordó del estrado de sus pies.
2 El Señor destruyó, y no perdonó;destruyó, en su furor, todas las tiendas de Jacob; derribó las fortalezas de la capital de Judá; humilló al rey y a sus príncipes.
3 En el ardor de su ira, puso fin al poderío de Israel; le retiró su apoyo cuando se enfrentó al enemigo; se encendió en Jacob un fuego que todo lo devoró.
4 Cual enemigo, cual adversario, el Señor tensó su arco; afirmó su diestra y destruyó todo lo bello; ¡en las calles de la hermosa Sión cundió su enojo como fuego!
5 El Señor se volvió nuestro enemigo y destruyó a Israel; destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas, y aumentó la tristeza y el lamento de Judá.
6 Como quien deshace la enramada de un huerto, dejó en ruinas la sede principal de sus festividades; en Sión, el Señor echó al olvido las fiestas y los días de reposo; en el ardor de su ira desechó al rey y al sacerdote.
7 El Señor rechazó su altar, menospreció su santuario; dejó caer en manos del enemigo los muros de sus palacios; en el templo del Señor éstos vociferan como si fuera un día de fiesta.
8 El Señor decidió destruir las murallas de la bella ciudad de Sión; con el nivel en la mano, no desistió de su plan de destrucción; entre lamentos, el muro y el antemuro fueron juntamente destruidos.
9 Las puertas se vinieron abajo cuando el Señor destruyó sus cerrojos; esparcidos entre los paganos se hallan su rey y sus príncipes; ya no hay ley, ni los profetas reciben visiones del Señor.
10 En la bella Sión, los ancianos se sientan en el suelo; en silencio y vestidos de luto se echan polvo sobre la cabeza.
En Jerusalén, las doncellas inclinan humilladas la cabeza.
11 Mis ojos se inundan en lágrimas, mis entrañas se conmueven; mi ánimo rueda por los suelos al ver destruida a mi amada ciudad, ¡al ver que los niños de pecho desfallecen por sus calles!
12 A sus madres les preguntan por el trigo y por el vino; se desploman por las calles, como heridos de muerte, y en el regazo de sus madres lanzan el último suspiro.
13 ¿Qué te puedo decir, bella Jerusalén?
¿A quién puedo compararte?
¿Comparada con quién podría yo consolarte, virginal ciudad de Sión?
¡Grande como el mar es tu desgracia!
¿Quién podrá sanarte?
14 Tus profetas te hablaron de visiones falsas e ilusorias; tu cautiverio pudo haberse impedido,
pero no te señalaron tu pecado; más bien, te engañaron con visiones sin sentido.
15 Al verte, todos los viandantes aplaudían; silbaban y movían con sorna la cabeza, y decían de la ciudad de Jerusalén:
«¿Y ésta es la ciudad de hermosura perfecta, la que alegraba a toda la tierra?»
16 Todos tus enemigos abrieron la boca contra ti; rechinando los dientes, decían con sorna:
«¡Acabemos con ella!
¡Éste es el día esperado!
¡Nos ha tocado verlo y vivirlo!»
17 El Señor ha llevado a cabo lo que había decidido hacer.
Ha cumplido lo que hace mucho tiempo había decidido hacer.
Destruyó, y no perdonó; hizo que el enemigo se burlara de ti.
¡El Señor enalteció el poder de tus adversarios!
18 Tus habitantes demandaban la ayuda del Señor.
¡Que tus lágrimas, bella Sión, corran día y noche como arroyo!
¡No reprimas el llanto de tus ojos!
19 Por la noche, al comenzar las guardias, ¡levántate y grita!
¡Vierte tu corazón, como un torrente, en la presencia del Señor!
¡Levanta hacia él las manos y ruega por la vida de tus pequeños, que desfallecen de hambre
en las esquinas de las calles!
20 Ponte a pensar, Señor:
¿A quién has tratado así?
¿Acaso han de comerse las madres
a sus hijos, fruto de sus entrañas?
¿Acaso dentro de tu santuario han de asesinar a sacerdotes y profetas?
21 En las calles, por los suelos, yacen cuerpos de niños y viejos; mis doncellas y mis jóvenes han muerto a filo de espada.
¡En el día de tu furor mataste y degollaste sin misericordia!
22 De todas partes convocaste al terror, como si convocaras a una fiesta.
En el día de tu furor, nadie, Señor, pudo escapar con vida.
A los hijos que tuve y mantuve, el enemigo los aniquiló.

EL PROFETA INTERCEDE POR ISRAEL
1.       La ira de Dios contra Israel (v.1-10; 16-17)
El Señor humilló y destruyó a Israel tanto sus edificios, palacios, templo, muros y sus festividades como a su rey, príncipes y sacerdotes. Dios ha cumplido su Palabra.
Preg.Aplic.: ¿Creo en el poder de Dios?, ¿reconozco la soberanía de Dios sobre todo?
2.       El profeta intercede por Israel (v.11-13; 18-22)
El profeta se encuentra conmovido por el sufrimiento de Israel. Los falsos profetas les engañaron y no explicaron que el juicio era por su pecado. Los llama a clamar a Dios y que lo busquen. El profeta ora por Israel.
Preg.Aplic.: ¿Me conmueve el sufrimiento de otros?, ¿estoy orando por las vidas de otros?, ¿tengo la fe de que Dios va a obrar milagrosamente?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC