viernes, 13 de septiembre de 2019

Daniel 4


Daniel 4
1 «Yo, el rey Nabucodonosor, me dirijo a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en todo el país. ¡Que la paz les sea multiplicada! 2 Es conveniente que yo dé a conocer las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. 3 ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán prodigiosas sus maravillas! Su reino es un reino sempiterno. Su señorío va de generación en generación.
4 »Yo, Nabucodonosor, gozaba en mi palacio de tranquilidad y prosperidad. 5 Pero tuve un sueño que me espantó, y mientras yacía en mi lecho, las imágenes y visiones que pasaban por mi cabeza me dejaron perturbado. 6 Por eso mandé que se presentaran ante mí todos los sabios de Babilonia, para que me dieran a conocer la interpretación del sueño. 7 Y vinieron magos, astrólogos, hechiceros y adivinos, y yo les conté mi sueño, pero ellos no me pudieron decir lo que significaba. 8 Finalmente, se presentó ante mí Daniel, también llamado Beltsasar, como el nombre de mi dios, en quien habita el espíritu de los dioses santos. Yo le conté mi sueño, y le dije: 9 “Beltsasar, jefe de los magos: según entiendo, en ti radica el espíritu de los dioses santos, y ningún misterio te es oculto. Hazme saber qué significan las visiones que he tenido en mi sueño. 10 Lo que yo veía en mi mente, mientras estaba en mi lecho, es lo siguiente: Me parecía ver que en medio de la tierra había un árbol de gran altura. 11 Este árbol crecía y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo. ¡Se podía ver desde los lugares más lejanos de la tierra! 12 Era de hermoso follaje y de abundante fruto, y de él podían alimentarse todos. Todas las bestias se refugiaban bajo su sombra, en sus ramas anidaban las aves del cielo, y de él se alimentaba la humanidad entera.
13 ”Mientras yacía en mi lecho, en las visiones de mi mente vi descender del cielo a un vigilante santo, 14 que a gran voz clamaba: ‘¡Derriben el árbol, y córtenle las ramas! ¡Quítenle el follaje, y esparzan su fruto! ¡Espanten a las bestias que yacen bajo su sombra, y a las aves que anidan en sus ramas! 15 Pero dejen en la tierra sólo la cepa de sus raíces, y sujétenlas con cadenas de hierro y de bronce entre la hierba del campo. ¡Dejen que lo empape el rocío del cielo, y que crezca entre las bestias y entre la hierba del campo! 16 ¡Que cambie su corazón humano y se le dé un corazón de bestia, y que transcurran sobre él siete tiempos! 17 Esta sentencia la han decretado los vigilantes, y los santos han ordenado ejecutarla, para que todos los seres vivos reconozcan que el Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega este reino a quien él quiere, y entroniza en él al hombre más humilde.’
18 ”Yo, el rey Nabucodonosor, he tenido este sueño, y tú, Beltsasar, me dirás qué es lo que significa, porque todos los sabios de mi reino no han podido decírmelo. Pero tú sí puedes dármelo a saber, porque en ti habita el espíritu de los dioses santos.”»
19 Durante casi una hora Daniel, también llamado Beltsasar, quedó atónito y sus pensamientos lo perturbaban. Pero el rey le habló y le dijo:
«Beltsasar, que no te perturben ni el sueño ni su interpretación.»
Beltsasar respondió y dijo:
«Mi señor, que el sueño y su interpretación se hagan realidad en tus enemigos y en los que mal te quieren. 20 El árbol que viste crecer y hacerse fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo y podía verse desde los lugares más lejanos de la tierra, 21 y cuyo follaje era hermoso y su fruto abundante, y del cual se alimentaban todos, y bajo cuya sombra se refugiaban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, 22 es Su Majestad, que ha crecido y se ha hecho fuerte, pues su grandeza ha aumentado hasta alcanzar el cielo, y su dominio llega hasta los confines de la tierra. 23 En cuanto al vigilante santo que Su Majestad vio descender del cielo, y que decía: “Corten el árbol y destrúyanlo, pero dejen la cepa de sus raíces en la tierra y entre la hierba del campo, y sujétenla con cadenas de hierro y de bronce y que lo empape el rocío del cielo, y que viva entre las bestias del campo, hasta que transcurran sobre él siete tiempos”, 24 la interpretación es la siguiente: El Altísimo ha dictado su sentencia sobre Su Majestad, mi señor, 25 y Su Majestad será expulsado de entre los hombres y habitará entre las bestias del campo; lo alimentarán con la hierba del campo, como a los bueyes, y se bañará con el rocío del cielo. Siete tiempos transcurrirán hasta que Su Majestad reconozca que el Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega ese reino a quien él quiere. 26 En cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, eso significa que el reino de Su Majestad se mantendrá firme, luego de que Su Majestad reconozca que quien gobierna es el cielo. 27 Por lo tanto, acepte Su Majestad mi consejo y redima sus pecados impartiendo justicia, y sus iniquidades tratando a los oprimidos con misericordia, pues tal vez así su tranquilidad se vea prolongada.»
28 Todo esto le sucedió al rey Nabucodonosor. 29 Pero doce meses después, mientras éste se paseaba por el palacio real de Babilonia, 30 exclamó:
«¿Acaso no es ésta la gran Babilonia, que con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad he constituido como sede del reino?»
31 Todavía estaba hablando el rey cuando del cielo vino una voz, que decía:
«A ti, rey Nabucodonosor, se te hace saber que el reino se te ha arrebatado. 32 Serás expulsado de entre los hombres, vivirás entre las bestias del campo, y te alimentarán como a los bueyes. Pasarán siete tiempos sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo es el señor del reino de los hombres, y que él entrega este reino a quien él quiere.»
33 En ese mismo instante se cumplió esta sentencia sobre Nabucodonosor, y éste fue expulsado de entre los hombres y se alimentaba de hierba, como los bueyes, y su cuerpo se empapaba con el rocío del cielo, hasta que el pelo le creció como plumas de águila, y las uñas como las garras de las aves.
34 «Pero al fin del tiempo yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo y recobré la razón. Bendije entonces al Altísimo; alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y cuyo reino permanece por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; el Altísimo hace lo que él quiere con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra, y no hay quien pueda impedírselo, ni cuestionar lo que hace. 36 En ese mismo instante recobré la razón y la majestad de mi reino, junto con mi dignidad y mi grandeza, y mis gobernadores y mis consejeros acudieron a mí, y fui restablecido en mi reino y se me dio mayor grandeza. 37 Por eso yo, Nabucodonosor, alabo y engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos, y él puede humillar a los que se muestran soberbios.»

DIOS HUMILLA AL SOBERBIO, Y LEVANTA AL HUMILDE
Este capítulo 4 es muy aleccionador en especial cuando uno es soberbio, tarde o temprano se sufrirá la disciplina del Señor, pero Dios restaurará a los humildes.
1.       Nabucodonosor tiene un sueño y busca relevación (v.1-18)
La historia es un poco confusa, por un lado adora a Dios al inicio, pero luego tiene un sueño y nadie se lo puede revelar. Viene Daniel y reconoce que él si le puede revelar la interpretación. El sueño era de un árbol hermoso que daba alimento a todos, pero es derribado hasta que reconozca la soberanía de Dios.
Preg.Aplic.: ¿Estoy dándole más prioridad a mis metas y logros que ha Dios?, ¿mi éxito material es mi ídolo que ha re-emplazado al Señor?, ¿hay en mi corazón soberbia y auto-suficiencia?
2.       Daniel le da su interpretación (v.19-27)
Daniel le informa que el árbol hermoso era el rey quien se ha hecho grande y fuerte. El será echado de los hombres y vivirá como animal hasta que se humille y reconozca a Dios. Luego será restaurado. Daniel le aconseja que deje las injusticias y muestre misericordia por los demás.
Preg.Aplic.: ¿Cuál es mi actitud cuando me aconsejan que deje la soberbia y autosuficiencia?, ¿soy prepotente e injusto con los demás con el fin de lograr mis metas materiales?, ¿tengo misericordia y respeto por los demás?, ¿qué estoy haciendo con los consejos de Dios revelados en la biblia?, ¿mi conducta revela un real temor de Dios?
3.       Se cumple la profecía en Nabucodonosor  (v.28-33)
Justamente, en el máximo esplendor de su reinado y lleno de vanagloria por su poder y gloria, Dios le anuncia su juicio por 7 años hasta que reconozca al Señor. Esta profecía se cumplió, y Nabucodonosor vivió como loco con uñas y cabellos largos.
Preg.Aplic.: ¿Cuál es mi actitud hacia mi logro y títulos?, ¿me lleno de soberbia y vanagloria?, ¿estoy padeciendo dificultades a causa de mi soberbia?, ¿he caído en depresión y he dejado todo amor propio?, ¿veo alguna luz en medio de la oscuridad?
4.       Nabucodonosor se humilla y es restaurado (v.34-37)
El rey casi al filo de la muerte se humilló y alzó sus ojos a Dios. Reconoció la soberanía del Señor, Dios lo restauró y le devolvió su reino. El rey alaba a Dios y reconoce que el Señor puede humillar a los que andan con soberbia.
Preg.Aplic.: ¿Estoy buscando a Dios en medio de la desesperanza?, ¿me estoy humillando y reconociendo el poder y dominio de Dios?, ¿estoy reconociendo y confesando todo pecado de soberbia, orgullo, vanagloria, materialismo y autosuficiencia?, ¿me está Dios levantando del fango en que he estado viviendo a causa de mis pecados?, ¿creo y confío en la restauración de Dios?, ¿está mi vida glorificando al Señor?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán
Equipo AATC





No hay comentarios:

Publicar un comentario