domingo, 19 de junio de 2011

Salmos 49

Salmos 49
1 Oíd esto, pueblos todos; Escuchad, habitantes todos del mundo,
2 Así los plebeyos como los nobles, El rico y el pobre juntamente.
3 Mi boca hablará sabiduría, Y el pensamiento de mi corazón inteligencia.
4 Inclinaré al proverbio mi oído; Declararé con el arpa mi enigma.
5 ¿Por qué he de temer en los días de adversidad, Cuando la iniquidad de mis opresores me rodeare?
6 Los que confían en sus bienes, Y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,
7 Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, Ni dar a Dios su rescate
8 (Porque la redención de su vida es de gran precio, Y no se logrará jamás),
9 Para que viva en adelante para siempre, Y nunca vea corrupción.
10 Pues verá que aun los sabios mueren; Que perecen del mismo modo que el insensato y el necio, Y dejan a otros sus riquezas.
11 Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, Y sus habitaciones para generación y generación; Dan sus nombres a sus tierras.
12 Mas el hombre no permanecerá en honra; Es semejante a las bestias que perecen.
13 Este su camino es locura; Con todo, sus descendientes se complacen en el dicho de ellos. Selah
14 Como a rebaños que son conducidos al Seol, La muerte los pastoreará, Y los rectos se enseñorearán de ellos por la mañana; Se consumirá su buen parecer, y el Seol será su morada.
15 Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, Porque él me tomará consigo. Selah
16 No temas cuando se enriquece alguno, Cuando aumenta la gloria de su casa;
17 Porque cuando muera no llevará nada, Ni descenderá tras él su gloria.
18 Aunque mientras viva, llame dichosa a su alma, Y sea loado cuando prospere,
19 Entrará en la generación de sus padres, Y nunca más verá la luz.
20 El hombre que está en honra y no entiende, Semejante es a las bestias que perecen.

LA REALIDAD DEL MALO
Muchas veces en medio de las dificultades lo primero que hacemos es compararnos y ver la prosperidad de los demás, incluso podemos envidiar la prosperidad de los malos. Y este salmo 49 nos muestra la realidad de los malos, que van a perecer y que no logran la gracia de Dios. En cambio el que teme a Dios su casa es eterna (v.11) con perspectiva de que Dios lo guiará.
¿Estoy envidiando a los inconversos?, ¿mi mirada está en la tierra o en el cielo?

Oremos,

Pedro


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