viernes, 22 de agosto de 2014

Salmos 19

Salmos 19
1 Los cielos proclaman la gloria de Dios; el firmamento revela la obra de sus manos.
2 Un día se lo cuenta al otro día; una noche se lo enseña a la otra noche.
3 Sin palabras, sin sonidos, sin que se escuche una sola voz, 4 su mensaje recorre toda la tierra
y llega al último rincón del mundo, en donde el sol pasa la noche.
5 Y el sol, cual novio que sale del tálamo, cual si fuera un poderoso guerrero, se levanta alegre para hacer su recorrido.
6 Sale por un extremo de los cielos, y sigue su curso hasta el otro extremo, sin que nada se esconda de su calor.
7 La ley del Señor es perfecta: reanima el alma. El testimonio del Señor es firme: da sabiduría al ingenuo.
8 Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro: da luz a los ojos.
9 El temor del Señor es bueno: permanece para siempre. Los decretos del Señor son verdaderos, y todos ellos justos.
10 Son más deseables que el oro refinado y más dulces que la miel que destila del panal.
11 Con ellos, Señor, amonestas a tu siervo, y recompensas grandemente a quien los cumple.
12 ¿Acaso hay quien reconozca sus propios errores?
¡Perdóname por los que no puedo recordar!
13 ¡No permitas que la soberbia domine a este siervo tuyo!
¡Líbrame de cometer grandes pecados, y nadie podrá entonces culparme de nada!
14 Tú, Señor, eres mi roca y mi redentor; ¡agrádate de mis palabras y de mis pensamientos!

LA LEY DEL SEÑOR
1.       La gloria de Dios (v.1-6)
La creación describe la grandeza de Dios: los cielos, el día, la noche y el sol con su gran esplendor.
Preg. Aplic.: ¿Estoy adorando a Dios por su grandeza?, ¿hay en mi corazón alabanza y adoración al Señor?
2.       La ley de Dios (v.7-11)
La ley de Dios es perfecta y firme que reanima el alma, da sabiduría, alegran el corazón, da luz a los ojos. Los preceptos de Dios son verdaderos, justos, son más deseables que el oro y más dulce que la miel. Sirven para amonestar y trae recompensa a quien los cumple.
Preg. Aplic.: ¿Estoy leyendo, guardando y aplicando la Palabra de Dios a mi vida?, ¿cómo está mi vida: estoy animado, tengo sabiduría, tengo gozo, hay luz en mi camino?, ¿está el Señor bendiciendo mi obediencia?
3.       El corazón dispuesto de David (v.12-14)
David reconoce sus errores y le pide a Dios que la soberbia no lo domine, le pide que le guarde de caer y confía en Dios, quien es su roca y redentor. Busca que sus palabras y pensamientos agraden a Dios.
Preg. Aplic.: ¿Estoy clamando a Dios para no caer en soberbia y en pecados?, ¿es Dios mi roca y mi salvador?, ¿estoy agradando a Dios con mis palabras, pensamientos y acciones?

Oremos,

Pedro A. Torres Guzmán

Equipo AATC

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